El crecimiento explosivo del plástico

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(*)Por Bernardo Kliksberg

Un panorama inquietante

En 1950 la economía mundial producía 2 millones de toneladas de plásticos por año. En el 2018, 360 millones. Al ritmo actual llegarán en pocos años a 500 millones.

Los daños al medio ambiente y la salud pública son cuantiosos. En todas las etapas del ciclo del plástico se generan efectos regresivos. Están cargados de sustancias químicas dañinas, y tóxicas. Durante la producción, la diseminación, el depósito, y las incineraciones va desprendiendo toxicidad ambiental, y gases invernadero. Los plásticos elaborados a partir de combustibles fósiles, fueron en el 2025 la causa del 4.5% de las emisiones de gases invernadero. Se estima que anualmente emiten más gases de este orden que son determinantes en el calentamiento global, que los que lanzan todos los aviones del mundo juntos.

Con el tiempo se degradan y producen micro plásticos que envenenan el aire y pueden encontrarse en las aguas oceánicas profundas, el agua potable e incluso las lluvias. El impacto sobre los océanos y mares, una de las fosas principales a las que son arrojados, es fatal para las especies pesqueras. Ingieren plástico, o partículas en gran escala, y siendo hoy uno de los principales alimentos del género humano, perjudican directamente su salud. Las fosas del Gran Pacifico, una de las mayores acumulaciones de basura plástica de los océanos del mundo, contienen por lo menos 79.000 toneladas de plástico. Los animales marinos flotan entre ellos.

Del total de plásticos generados a pesar de campañas rimbombantes, solo el 9% han sido reciclados. El plástico está creando lo que se denomina “una crisis de salud pública oculta”. Dijo una reconocida ONG prosalud: “cuando hablamos de plásticos estamos hablando en realidad de químicos y carbón”. Una buena parte de la producción está conformada por artículos de un solo uso, como es el caso de las 500.000 millones de botellas, que son principalmente bebidas gaseosas. Muchos de estos productos podrían reemplazarse por otros no dañinos en circuitos virtuosos de economía circular.

La lucha por soluciones

Agravando el problema, el crecimiento acelerado de los plásticos ha tenido incidencias especialmente negativas sobre los más pobres. Intereses económicos de gran poder han llevado masivamente la “basura plástica” a países pobres, creando inmensos espacios de degradación ambiental donde las partículas infestan a diario, la tierra, el aire y el agua.

Ha surgido uno de los oficios más riesgosos del orbe. Familias hundidas en la miseria, y niños que arriesgan su vida metiéndose en los basurales en busca de reciclables.

La conciencia en ascenso del problema, la presión de la opinión pública y de la ONU, ha llevado a una Asamblea Mundial (Nairobi, marzo 2022), donde 175 naciones acordaron redactar un tratado mundial obligatorio con objetivos muy concretos, como aumentar el reciclaje, prohibir la fabricación de los utilizables una sola vez, penar criminalmente el traslado ilegal de basura plástica a países pobres. Se aprobó que la responsabilidad sobre el tema no podía ser solo gubernamental sino también empresarial.

Ammera resaltó “África no es un productor de plásticos, pero empresas privadas externas la han llenado con ellos, deben hacerse cargo”. La Escuela de Salud Pública de la Universidad de Harvard, destacó que por lo pronto las empresas que operan en plásticos deberían tener especialistas en salud pública que se ocupen de la “crisis de salud oculta” y hagan propuestas de responsabilidad social empresarial para encararla.

Es estimulante el caso de Israel donde entre otras áreas está a la vanguardia mundial en la creación de envases ecológicos, y en técnicas innovadoras para el reciclaje de plástico “sucio”.

Un mundo muy afectado medioambientalmente, requiere urgente que se implemente el tratado acordado, y se desarrollen prácticas ejemplares en defensa del bienestar común y la salud vulnerados por la “inundación” de plástico.

(*) Bernardo Kliksberg es asesor especial de diversos organismos internacionales.