
Por Bernardo Kliksberg (*)
América Latina es uno de los epicentros de la pandemia con 10 millones de infectados y 360.000 víctimas. Es solo el 8% de la población mundial, pero tiene 20% de las infecciones, y 30% de los decesos. ¿Por qué la región fue tan vulnerable? Algunas razones:
– Es la más desigual del planeta y ello incidió en su alta de pobreza, del 38.7%.
– Desigualdad y pobreza crean condiciones facilitadoras para la propagación del virus. Entre otras problemáticas, el 26% de la población no tiene acceso a agua potable, por lo que no pueden cumplir con el lavado de manos. En las áreas rurales ese porcentaje aumenta al 38%.
– A su vez, las familias pobres no pueden comprar los alimentos. 1/3 de la población tiene “inseguridad alimentaria”.
– Más del 20% vive hacinado en viviendas precarias. Allí es muy difícil el distanciamiento social.
– La educación es muy importante para enfrentar la pandemia. Sólo el 50% de los menores de 15 años pueden leer y comprender. Los estudiantes del 20% más pobre tienen cinco veces menos posibilidad de finalizar la secundaria, que los del 20% más rico.
– En la pandemia, la brecha educativa se está agrandando. 210 millones no pueden participar en la escuela virtual porque no tienen acceso a internet. Tampoco lo tienen 1/3 de las escuelas públicas. Además, el presupuesto en educación bajó en el 2020 en un 9%.
– Los sistemas de salud son débiles. El presupuesto en salud debiera ser según la OMS, no menor al 6% del PIB, pero es solo el 4.2%.
– La pandemia impacta más a las mujeres. Su tasa de desempleo es mayor, 15.2% versus el 12.3% de los hombres, están cargadas de muchas más horas no remuneradas de labor en el hogar. Incluso en el confinamiento aumentaron las denuncias de violencia doméstica. Así, las llamadas a líneas de ayuda subieron un 100% en México.
– El mayor país, Brasil, es el tercero peor después de USA y la India en infectados (5.3 millones), y muertos (156.000).
– El presidente Bolsonaro desconoció la pandemia y las recomendaciones de la ciencia. Rechazó las máscaras y el distanciamiento social, despidió a los Ministros de Salud, designados por el mismo, que querían que se utilizarán y se opusieron a la aplicación masiva de un supuesto medicamento, la hidroxicloroquina, rechazado por los expertos por inefectivo y peligroso. El vacío de políticas públicas de protección a los más pobres llevó, entre otros daños, a que el millón de indígenas que viven en el Amazonas tengan una probabilidad de infectarse diez veces mayor que la población promedio.
– Se puede hacer diferente. Uruguay, casi erradicó la pobreza, tiene un fuerte sistema de salud pública y protección social, tests extendidos, políticas públicas activas. Resultado: solo 2.600 infectados, y 52 muertos.
América Latina debe mirar hacia países exitosos con la pandemia como Uruguay, Nueva Zelanda, los nórdicos, para enfrentarla en tanto llega la vacuna (se ha sumado a las posibles una promisoria vacuna israelí). Asimismo, proyectar como recomienda CEPAL su reconversión en economías inclusivas y equitativas que entre otros aspectos promuevan las PYMES, aumenten la inversión en salud y educación, y cuiden el medio ambiente.
Debe exigir integradamente, como lo sugiere el Papa Francisco, la suspensión de la deuda externa y ayuda en gran escala del mundo rico y los organismos financieros internacionales.
Hay futuro. Hechos estimulantes como la participación electoral masiva a pesar de la pandemia de los chilenos en el referéndum que derogó la Constitución de la Dictadura Militar y las múltiples redes de solidaridad y voluntariado en América Latina, muestran el gran potencial humano y la calidad moral de sus pueblos.
(*) Bernardo Kliksberg es asesor especial de diversos organismos internacionales.