El trabajo coordinado es una prioridad en tiempos de crisis. Y así lo entendimos las organizaciones que conformamos la red de protección social comunitaria: AMIA, la Fundación Tzedaká y la Fundación de Acción Social de Jabad.

Las máximas autoridades de las tres organizaciones tomamos la decisión de potenciar la sinergia y la cooperación desde el mismo día que se decretó la cuarentena a causa de la expansión del COVID-19 (coronavirus). Nuestros equipos se encuentran trabajando en forma coordinada y permanente, para optimizar los procesos de relevamiento de datos, protocolos de actuación y desarrollo de propuestas innovadoras para la atención de la crisis social. Esta articulación se vio fortalecida, también, a través de la mesa de diálogo que ya lleva más de dos años junto con el Joint.

La respuesta comunitaria en la emergencia ha sido una: garantizar que los miembros de nuestra Comunidad más vulnerables reciban, durante esta crisis, lo necesario para superar esta situación, brindando respuestas concretas a las personas que se han visto seriamente afectadas por la caída de sus ingresos.

En ese marco, las tres organizaciones, con el apoyo del Joint Distribution Committee y con fondos de donantes locales, hemos presentado programas específicos de cobertura, dirigidos a la población económicamente activa, autónomos, monotributistas o trabajadores informales que debieron interrumpir el desarrollo de sus actividades, o trabajadores formales con haberes reducidos o suspendidos.

“Jibuk”, “Guesher” y “Jazak”, los nombres de las iniciativas implementadas por AMIA, La Fundación Tzedaká, La Fundación de Acción Social de Jabad respectivamente, contribuyen a resguardar las necesidades básicas vinculadas con alimentación, vivienda y salud, y estabilizar la situación socioeconómica de las personas, mientras logran reactivar su actividad o generar nuevas fuentes de ingresos. Del mismo modo que Kesher, el programa del Joint, se encuentra implementando su ayuda para las comunidades del interior del país.

Estos programas trabajan en coordinación, con criterios sociales comunes y con una única base informática para evitar superposición, optimizando así los recursos humanos y económicos que cada organización tiene sin necesidad de crear nuevas estructuras.

Minimizar el impacto social generado por la situación de aislamiento es el objetivo prioritario de la labor social que estamos realizando. Hoy más que nunca, las prestaciones y servicios que brindamos están enfocados en mejorar la calidad de vida de las personas más perjudicadas por la situación que originó la emergencia sanitaria.

En un contexto de tanta complejidad y vulnerabilidad, AMIA, Tzedaká y Jabad, continuamos ofreciendo a la comunidad la experiencia e idoneidad para seguir ayudando a quienes no pueden esperar.