Jóvenes israelíes acompañan a sobrevivientes de la Shoá

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A los 75 años de la liberación de Auschwitz-Birkenau, el mayor campo de exterminio del régimen nazi, jóvenes israelíes se esfuerzan por proteger a los sobrevivientes del Holocausto radicados en el país y ayudan a que puedan seguir difundiendo su relato.

Actualmente residen en Israel alrededor de 200.000 sobrevivientes de la barbarie, en su mayoría mayores de 80 años. Para 2025, se calcula que esa cifra se habrá reducido a la mitad.

Ante este panorama, jóvenes israelíes, muchos de ellos nietos o bisnietos de sobrevivientes o víctimas, trabajan para acompañar a los últimos testigos del horror nazi en el final de su camino y asegurar que su memoria no se pierda con su partida.

“Estamos en tiempo de descuento y, si lo dejamos estar, será demasiado tarde”, dice el fotógrafo Erez Kaganovitz, creador del proyecto multimedia Humans of the Holocaust (Humanos del Holocausto).

Su iniciativa propone transmitir el mensaje de aquellos que vivieron el genocidio en primera persona y hacerlo llegar a los jóvenes “en su lenguaje”, es decir, mediante mensajes cortos y directos, apoyados en imágenes y difundidos a través de plataformas como Facebook o Instagram.

“Sentía que lo tenía que hacer por la memoria de mi abuelo y por la memoria del Holocausto”, agrega, en referencia a su abuelo paterno, que logró escapar de Polonia durante la ocupación nazi.

Las lecciones del pasado y el recuerdo de la tragedia, aunque fundacionales en la identidad de los sobrevivientes, son al fin y al cabo un capítulo más de su extenso camino, que los enfrenta hoy a obstáculos como la soledad y la pobreza.

Orly Sivan, directora de la ONG Aviv, explica por qué uno de cada cuatro sobrevivientes del Holocausto en Israel vive bajo la línea de pobreza: “En muchos casos no conocen los beneficios a los que tienen acceso. Tienen más de 80 años, muchos no hablan hebreo y están perdidos en el laberinto burocrático”.

Además, agrega, aunque muchos están activamente involucrados en la sociedad, otros “no se han podido recuperar de la guerra, que tuvo un impacto muy fuerte en ellos”.

Su organización los ayuda de manera gratuita, con servicios legales y acompañamiento durante el proceso de solicitud de los beneficios que les corresponden, que varían de acuerdo a cuándo llegaron al país y en más de la mitad de los casos rondan los mil euros anuales y acceso gratuito a servicios de salud.

Esos beneficios, sin embargo, no sirven a la hora de combatir lo que Sivan denomina “la enfermedad más importante entre los sobrevivientes”: la soledad.

Ceremonias oficiales donde se los celebra o premia, charlas con grupos de estudiantes o delegaciones que llegan a Israel desde el extranjero son algunas de las pocas excusas que tienen para salir de la monotonía de sus casas o residencias de ancianos para comunicarse con gente que no sean sus cuidadores o familiares.

La iniciativa Adopt-a-Safta (Adopta una abuela), fundada en 2012, ofrece una plataforma para que jóvenes en Israel compartan tiempo con ellos.

Tras un período de capacitación por parte de trabajadores sociales, los voluntarios son emparejados con estos ancianos en base a idiomas e intereses comunes y mantienen encuentros semanales, generalmente en sus casas, donde juegan y conversan, aunque algunos van juntos a cafés, restaurantes, museos o al teatro.

“No hay mejor regalo para una persona que un nuevo abuelo”, describe su fundador, Jay Shultz, nieto de sobrevivientes que llegó al país hace quince años proveniente de Estados Unidos.

“Creo que toda sociedad debe ser juzgada por cómo trata a sus más débiles”, valora, y reconoce cómo le sorprendieron las dificultades que enfrentan en Israel los sobrevivientes, a los que describe como “la generación sagrada”. EFE

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