
Los 19 retratos que integran la muestra “Veinticinco”, y que se suman a las fotos tomadas por Julio Menajovsky el mismo 18 de julio de 1994, hilvanan historias que nos siguen recordando que, “en tiempos de impunidad, el ejercicio de la memoria tanto individual como colectiva, debe estar indefectiblemente asociado al reclamo de justicia”, remarca Elio Kapszuk, director de Arte y Producción de AMIA.
A continuación las historias de vidas que conforman “Veinticinco”, el proyecto artístico que AMIA planteó como uno de los caminos para evocar los hechos perpetrados hace 25 años por el terrorismo, y sus consecuencias hasta hoy.
Dora Band y Adrián Furman: Dora Band y Adrián Furman trabajaban en la AMIA cuando ocurrió el atentado. Ambos perdieron a dos seres muy queridos: Dora a Naum, su esposo, que estaba en la parte de vigilancia; y Adrián a Fabián, su hermano, que trabajaba en el departamento de sepelios.
Ana María Czyzewski, Gustavo y Ángel Antúnez: Ana María es la mamá de Paola, que tenía 21 años cuando murió en el atentado. Estaba en uno de los ascensores del edificio de Pasteur 633: bajaba a buscar un café que le traía Jorge, de 18 años, que trabajaba de mozo en el bar de la esquina. Gustavo y Ángel son sus tíos, la única familia que tenía en Buenos Aires.

Humberto Chiesa y Daniel D’Osvaldo: Cuando explotó la bomba, Humberto Chiesa estaba dentro de su negocio, ubicado frente a la AMIA. Sufrió heridas gravísimas, entre otras la fractura de su cráneo; Daniel, doctor del Hospital de Clínicas, fue quien se lo “reconstruyó”.

Rosa Barreiros y Paula Cernadas: Sebastián Barreiros, el hijo de Rosa, tenía 5 años cuando murió en el atentado, la misma edad de Paula, que vivía en el edificio frente a Pasteur 633 y logró sobrevivir.

Marina y Gustavo Degtiar junto a Jonathan y Gustavo Averbuch: Marina y Gustavo son hermanos de Cristian, que tenía 21 años cuando murió en el atentado. Lo encontraron dos días después entre los escombros. Jonathan y Gustavo son los hermanos menores de Yanina, que tenía 20 cuando la bomba contra la AMIA le quitó la vida: su cuerpo fue hallado a los cinco días. En la durísima espera por novedades, estos cuatro hermanos se conocieron.
Cecilia Jesús Löwer y Hugo Martin: En 2016 se descubrió que la víctima 85 del atentado se llamaba Augusto Daniel Jesús. No había fotos de él y por eso un periodista, publicó, en la revista para la que trabaja, la nota “La triste historia de Augusto, el muerto sin rostro”. Ese artículo llegó a las manos de Cecilia, la prima del joven a quien creía desaparecido desde 1994. Juntos reconstruyeron su historia.

Florentino Sanguinetti y Alberto Crescenti: En el momento del atentado, Florentino Sanguinetti dirigía el Hospital de Clínicas y Alberto Crescenti era el titular del Sistema de Atención Médica de Emergencias (SAME). Juntos representan la mejor expresión de solidaridad que ofreció la sociedad frente a la tragedia, la cual los marcaría a ambos para el resto de su vida personal y profesional.

Ester Szwarc junto a voluntarios: Cuando ocurrió el atentado, cientos de miles de libros, documentos y archivos originales quedaron bajo los escombros. Ester Szwarc armó espontáneamente una red de voluntarios —en total participaron 800 chicos— para rescatar todo ese material histórico: salvaron 60 mil volúmenes.

Juan Carlos Lombardi y Alejandro Mirochnik: Alejandro Mirochnik trabajaba en la AMIA cuando explotó la bomba y quedó atrapado en uno de los ascensores durante 9 horas. Quien lo encontró y alertó a los bomberos fue Lupo, el perro de Juan Carlos Lombardi, una de las muchas personas que se habían presentado espontáneamente a ayudar.

Julio Menajovsky y Lía Parsons: Julio Menajovsky es fotógrafo y fue uno de los primeros reporteros que llegó al lugar, minutos después del atentado. Una de sus fotos fue la tapa del diario Clarín al día siguiente y se volvió icónica. En la imagen, Germán —una de las víctimas fatales— es trasladado en una camilla. Lía Parsons es su hermana.

Karina Bolan y Pedro Ferraina: Romina Bolan tenía 19 años cuando murió en el atentado. Caminaba por la vereda de la calle Pasteur, en dirección a la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA. Llegó al Hospital de Clínicas con heridas gravísimas y finalmente falleció. La operó el Dr. Pedro Ferraina. En esta foto, se encuentra con Karina, la hermana.

Lily Epelbaum Izcovich junto Gaston, Gabriel y Matías Ritter: La mamá de Gastón, Gabriel y Matías Ritter murió en el atentado. Lily Epelbaum Izcovich sintió que no podía dejarlos solos. Los acompañó y ayudó durante el primer tiempo. Juntos desarrollaron un vínculo amoroso y familiar.

Martín Cano y Fernando Souto: Cuando explotó la bomba, Martín Cano estaba en el subsuelo del edificio. Estuvo 12 horas atrapado entre los escombros sin poder moverse.Fernando fue uno de los bomberos que lo contuvo, le dio fuerzas y finalmente logró rescatarlo.

Mijal Tenenbaum: Su padre, Javier Tenenbaum, murió en el atentado de la AMIA cuando ella tenía tres meses de vida. El libro que tiene en sus manos le perteneció a él. Representa las diferentes huellas que Mijal va encontrando con el tiempo para reconstruir la historia y los valores de su papá.

Mirta Satz y Agustina Galarraga: Mirta Satz trabajaba en la AMIA en el momento de la explosión: es una sobreviviente.Agustina Galarraga perdió a su tío en el atentado cuando tenía 12 años.Su vínculo no se agota en la tragedia: ambas encontraron en el arte un medio para expresar algo genuino sobre lo que les sucedió.

Ramón Pared y Miguel Rausch: Ramón Pared y Miguel Rausch trabajaban en la AMIA en 1994—uno en el sector de seguridad, el otro en el de compras—, pero por diferentes motivosambos faltaron aquella mañana trágica del 18 de julio.

Sofía Guterman y Sergio Knorpel: Sofía Guterman perdió a su hija Andrea en el atentado. Sergio Knorpel a León, su padre. En medio de la desolación y la tristeza, se unieron, se contuvieron y formaron un vínculo de apoyo mutuo.

Tamara Bursuck de Scher y Marta Goldfarb: Trabajaban juntas en la AMIA. Tamara Bursuck de Scher y Marta Goldfarb son sobrevivientes del atentado. A partir de aquella tragedia formaron un vínculo y hoy son grandes amigas. “La muerte nos pasó por encima, pero hoy nos une la vida”, aseguran.

Teresa Said y Marcelo Corvalan: Cuando realizaba un homenaje para las víctimas de la AMIA, Marcelo Corvalan —músico de la banda Carajo— se enteró que había compartido parte de la escuela primaria con una de ellas. Se llamaba Marisa Said. Se conmovió tanto que le hizo una canción. En esta foto, el encuentro con su madre, Teresa.

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