A continuación, las palabras que pronunció Ariel Eichbaum, presidente en ejercicio de AMIA, en la sesión especial sesión de la ONU, en la que se rindió homenaje a las 85 víctimas fatales y a los más de 300 heridos del atentado a la AMIA.

“Quiero comenzar agradeciendo especialmente a Martín García Moritán, Representante Permanente de Argentina ante las Naciones Unidas, por haber liderado esta iniciativa destinada a rendir homenaje a las 85 víctimas fatales del atentado contra la AMIA y a los más de 300 heridos, en un ejercicio de memoria fundamental que nos permite, al mismo tiempo, extender más allá de las fronteras de nuestro país, el reclamo por una justicia que aún no llega.

Le agradezco también a Jorge Faurie, a María Fernanda Espinoza, a Vladimir Voronokov y a Ronald Lauder por acompañarnos hoy y representar de alguna manera las voces de todos los que, en cada rincón del mundo, alzan la voz para denunciar y combatir el flagelo del terrorismo.

El 18 de julio de 1994, hace ya casi 25 años, un coche bomba se estrelló contra la sede de la AMIA, la institución más emblemática de la comunidad judía en Argentina, en lo que significó el ataque terrorista más grave de nuestra historia. El saldo de destrucción y muerte es una herida que todavía no puede cicatrizar.

La investigación judicial ha demostrado que la autoría intelectual y material de este salvaje atentado provino de la República Islámica de Irán que, hasta el día de hoy, se ha negado en forma permanente a entregar a los sospechosos, que tienen alertas rojas de Interpol, para que puedan declarar bajo todas las garantías legales de un país democrático como Argentina.

Lamentablemente, las imágenes teñidas de sangre y dolor de aquella mañana, se han repetido cada vez con mayor frecuencia en diferentes ciudades y países del mundo entero. En los últimos años, las víctimas del terrorismo fundamentalista se pueden contar de a centenas, sin importar raza, credo, religión o nacionalidad. Diferentes minorías son perseguidas y asesinadas a plena luz del día. El respeto por la diversidad está amenazado por lo portadores de ideas supremacistas y totalitarias.

Los países libres del mundo deben extremar sus esfuerzos para defender el valor supremo de la vida, detener el avance de terrorismo y señalar enfáticamente a quienes financian y apoyan a estos movimientos extremistas, sean quienes sean.

En pocos días, el jueves de esta semana, estaremos inaugurando muy cerca de aquí, en la sede del Consulado Argentino en Nueva York, “VEINTICINCO” la muestra fotográfica que conecta 18 de julio de 1994 con el presente e intenta responder a la pregunta “¿Qué son 25 años?”

La muestra está compuesta por una selección de imágenes del horror que se vivió la fatídica mañana del 18 de julio de 1994, que conviven con retratos actuales de personas cuyas vidas se cruzaron y cambiaron para siempre después del ataque terrorista.Aprovecho para invitar a todos a que puedan visitar la exhibición, que tiene el desafío de poder dimensionar el paso del tiempo, y de crear puntos de diálogo y contacto entre el pasado y el presente.

Para quienes no lo saben, les cuento que AMIA es una organización social y comunitaria, fundada en 1894 por un grupo de inmigrantes judíos que llegaron a la Argentina provenientes de distintos lugares de Europa, huyendo de persecuciones y miserias. Es una institución que fue creciendo acompañando el desarrollo pujante de la comunidad judía en la Argentina y en permanente interacción con la sociedad en su conjunto.

AMIA trabaja todos los días para brindar respuestas a miles de personas en temas de infancia, educación, cultura, empleo, juventud, discapacidad, vulnerabilidad social, adultos mayores, y mucho más.

Es un emblema de solidaridad que el terrorismo intentó destruir, pero que no pudo. Hoy seguimos de pie, con más fuerza, transformando la realidad de quienes más lo necesitan y poniendo en acción los valores universales del judaísmo.

En el Libro Deuteronomio de la Torá se encuentra la célebre frase “Justicia, justicia, perseguirás”. Esa es la premisa que nos guía y que nos trajo hasta aquí. Si la Organización de las Naciones Unidas fue una idea nacida como consecuencia de un mundo que necesitaba nuevas soluciones después de la Segunda Guerra Mundial, entonces estoy convencido de que no existe un espacio más adecuado para realizar este acto de homenaje y para elevar nuestro deseo de paz para todos.”