En el mes de septiembre, la escultura del artista israelí Yaacov Agam cumplirá 20 años del momento en que fue emplazada en AMIA. Abierta y multifacética, la obra de homenaje y recordación a las víctimas del atentado, perpetrado el 18 de julio de 1994 por el terrorismo islámico, fue instalada meses antes de la inauguración oficial de la nueva sede de Pasteur 633, el 26 de mayo de 1999.

Inspirada en los valores milenarios de vida y continuidad del pueblo judío, la escultura representa el compromiso con la memoria y el reclamo de justicia. También se constituyó en un poderoso símbolo contra el terrorismo y un emblema de la reconstrucción realizada después del ataque en el que 85 personas perdieron la vida, y unas 300 resultaron heridas.

Con nueve columnas de 3,70 metros de altura aisladas sobre una base, la escultura ofrece una multiplicidad de representaciones que están en permanente cambio. Al caminar alrededor de ella, los colores y las formas se transforman en imágenes cambiantes que dan vida a la obra. Hay siete posiciones diferentes desde las cuales puede apreciarse la escultura. Cada una de ellas tiene un concepto: Destrucción, Janukiá, Estrella de David, Arcoiris, Candelabro, Maguén David de Colores y el Símbolo de la AMIA.

La obra narra visualmente una historia que comienza con el caos provocado por la explosión, y llega al presente con la imagen de una institución que logró ponerse de pie y que sigue proyectándose hacia el futuro, manteniendo en alto los valores que guían su accionar: “Vida. Continuidad. Igualdad. Solidaridad. Respeto por la diversidad. Memoria y Justicia”.